Exhortación
Confesión
Absolución
Padrenuestro
Venite
Salmos
1ª Lección
Cántico 1
2ª Lección
Cántico 2
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Colectas
Bendición

Oración Matutina

Fecha: 20 de marzo de 2025

Jueves de la Segunda Semana de Cuaresma

Exhortación General

Muy amados hermanos, las Sagradas Escrituras nos exhortan en muchos lugares a confesar y reconocer la multitud de nuestros pecados y maldades, y a no disimularlas ni ocultarlas ante nuestro Dios y Padre celestial, sino a confesarlas con un corazón humilde, contrito y penitente, para alcanzar el perdón de ellas por su infinita bondad y misericordia. Y aunque en todo tiempo debemos hacer una humilde confesión de nuestras culpas ante su divina presencia, esta obligación es especialmente necesaria cuando nos reunimos para darle gracias por los grandes e inefables beneficios que recibimos de su generosa mano, para proclamar su alabanza, escuchar su santa Palabra y pedirle todo lo necesario, tanto para el cuerpo como para el alma. Por tanto, les ruego a todos los que están aquí presentes que, con un corazón verdaderamente humillado, me acompañen diciendo:

Confesión General

Padre Todopoderoso y misericordioso, nos hemos desviado de tus caminos como ovejas perdidas. Hemos seguido demasiado los deseos y anhelos de nuestro propio corazón. Hemos quebrantado tus santos mandamientos. No hemos hecho lo que debíamos hacer, y hemos hecho lo que no debíamos y no hay salud en nosotros. Pero tú, Señor, ten misericordia de nosotros, miserables pecadores. Perdona a quienes confiesan sus faltas. Restablece a los que se arrepienten, según tus promesas declaradas a la humanidad en Cristo Jesús, nuestro Señor. Y por amor a él, concédenos, oh Padre misericordioso, que de ahora en adelante vivamos una vida piadosa, justa y sobria, para la gloria de tu santo Nombre. Amén.

Absolución

El Dios Todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que no desea la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, y que ha otorgado poder y mandato a sus ministros para declarar y pronunciar al pueblo arrepentido la absolución y el perdón de sus pecados: Él perdona y absuelve a todos los que verdaderamente se arrepienten y sinceramente creen en su evangelio. Por lo tanto, roguémosle que nos conceda un verdadero arrepentimiento y su Santo Espíritu, para que las obras que ahora realizamos le sean agradables, y para que nuestra vida de aquí en adelante sea pura y santa, de modo que finalmente podamos gozar de su gloria eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.

Padrenuestro y Súplicas

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Señor, abre nuestros labios.

Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Señor, date prisa en ayudarnos.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo;

Como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Alabado sea el Señor.

El nombre del Señor sea alabado.

Venite, Exultemus Domino

Salmo 95
1 Venid, celebremos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
2 Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémoslo con salmos.
3 Porque Jehová es Dios grande y Rey grande sobre todos los dioses.
4 Porque en su mano están las profundidades de la tierra y las alturas de los montes son suyas.
5 Suyo es el mar, pues él lo hizo, y sus manos formaron la tierra seca.
6 Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová, nuestro hacedor.
7 Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo de su prado y ovejas de su mano. Si hoy oyereis su voz,
8 no endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto,
9 donde me tentaron vuestros padres, me probaron, aunque vieron mi obra.
10 Cuarenta años estuve disgustado con aquella generación, y dije: Pueblo es que divaga de corazón, y no han conocido mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi furor que no entrarían en mi reposo.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 102

1 Jehová, oye mi oración y llegue a ti mi clamor.
2 No escondas de mí tu rostro en el día de mi angustia; inclina a mí tu oído; el día que te invoque, apresúrate a responderme.
3 Porque mis días se han disipado como humo y mis huesos están quemados como en una hoguera.
4 Mi corazón está herido y se ha secado como la hierba, por lo cual me olvido de comer mi pan.
5 Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne.
6 Soy semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades.
7 Velo y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.
8 Cada día me afrentan mis enemigos; los que se enfurecen contra mí se han conjurado contra mí.
9 Por lo cual yo como ceniza a manera de pan y mi bebida mezclo con lloro,
10 a causa de tu enojo y de tu ira, pues me alzaste y me has arrojado.
11 Mis días son como la sombra que se va, y yo me he secado como la hierba.
12 Mas tú, Jehová, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación.
13 Tú te levantarás, tendrás misericordia de Sion, porque es tiempo de tener compasión de ella, porque el plazo ha llegado.
14 Porque tus siervos aman sus piedras y del polvo de ella tienen compasión.
15 Entonces temerán las naciones el nombre de Jehová y todos los reyes de la tierra tu gloria,
16 por cuanto Jehová habrá edificado a Sion y en su gloria será visto,
17 atenderá la oración de los desvalidos y no desechará el ruego de ellos.
18 Se escribirá esto para la generación venidera, y el pueblo que será creado alabará a Jah;
19 porque miró desde lo alto de su santuario, Jehová miró desde los cielos a la tierra,
20 para oír el gemido de los presos, para soltar a los sentenciados a muerte;
21 para que anuncien en Sion el nombre de Jehová y su alabanza en Jerusalén,
22 cuando se congreguen en uno los pueblos y los reinos para servir a Jehová.
23 Él debilitó mi fuerza en el camino; acortó mis días.
24 Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días; por generación de generaciones son tus años.
25 Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos.
26 Ellos perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como un vestido se envejecerán, como una ropa los mudarás y serán mudados;
27 pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán.
28 Los hijos de tus siervos se establecerán, y su descendencia será afirmada delante de ti.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 103

1 Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi interior su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias,
4 el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de misericordia y compasión,
5 el que sacia de bien tu boca de modo que se renueve tu juventud como el águila.
6 Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia.
7 Hizo conocer sus caminos a Moisés y a los hijos de Israel sus obras.
8 Misericordioso y clemente es Jehová, lento para la ira y grande en misericordia.
9 No contenderá para siempre ni para siempre guardará el enojo.
10 No ha hecho con nosotros conforme a nuestros pecados ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades.
11 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que lo temen.
12 Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
13 Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que lo temen.
14 Porque él conoce cómo estamos formados; se acuerda de que nosotros somos polvo.
15 El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo,
16 que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conoce más.
17 Mas la misericordia de Jehová es desde el siglo y hasta el siglo sobre los que lo temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos,
18 sobre los que guardan su pacto y los que se acuerdan de sus preceptos para ponerlos por obra.
19 Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos.
20 Bendecid a Jehová, vosotros sus ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo la voz de su palabra.
21 Bendecid a Jehová, vosotros todos sus ejércitos, ministros suyos, que hacéis su voluntad.
22 Bendecid a Jehová, vosotras todas sus obras, en todos los lugares de su señorío Bendice, alma mía, a Jehová.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Primera Lección

Jueces 8

1 Y los hombres de Efraín le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho con nosotros, no llamándonos cuando ibas a la guerra contra Madián? Y lo reprendieron fuertemente.
2 Pero él les dijo: ¿Qué he hecho yo ahora comparado con vosotros? ¿No es el rebusco de Efraín mejor que la vendimia de Abiezer?
3 Dios ha entregado en vuestras manos a Oreb y a Zeeb, príncipes de Madián; ¿y qué pude hacer yo comparado con vosotros? Entonces el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra.
4 Y llegó Gedeón al Jordán para pasarlo, él y los trescientos hombres que iban con él, cansados, pero todavía persiguiéndolos.
5 Y dijo a los hombres de Sucot: Yo os ruego que deis a la gente que me sigue algunos bocados de pan, porque están cansados, y yo persigo a Zeba y a Zalmuna, reyes de Madián.
6 Y los principales de Sucot respondieron: ¿ya la mano de Zeba y Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tu ejército?
7 Y Gedeón dijo: Pues cuando Jehová haya entregado en mi mano a Zeba y a Zalmuna, trillaré vuestra carne con espinos y abrojos del desierto.
8 Y de allí subió a Peniel, y les habló de la misma manera Y los hombres de Peniel le respondieron como habían respondido los hombres de Sucot.
9 Y él habló también a los hombres de Peniel, diciendo: Cuando yo vuelva en paz, derribaré esta torre.
10 Y Zeba y Zalmuna estaban en Carcor, y con ellos su ejército de como quince mil hombres, todos los que habían quedado de todo el campamento de los orientales; pues habían caído ciento veinte mil hombres que sacaban espada.
11 Y subiendo Gedeón por el camino de los que habitaban en tiendas, a la parte oriental de Noba y de Jogbeha, hirió el campamento, porque el campamento estaba confiado.
12 Y Zeba y Zalmuna huyeron, pero él los persiguió; y capturando a los dos reyes de Madián, Zeba y Zalmuna, espantó a todo el campamento.
13 Entonces Gedeón, hijo de Joas, volvió de la batalla antes que el sol subiera,
14 y tomó a un joven de los hombres de Sucot, y le preguntó; y él le dio por escrito los nombres de los principales de Sucot y de sus ancianos, setenta y siete varones.
15 Y yendo a los hombres de Sucot, dijo: He aquí a Zeba y a Zalmuna, sobre los cuales me afrentasteis diciendo: ¿ya la mano de Zeba y de Zalmuna en tu mano, para que demos pan a tus hombres cansados?
16 Y tomó a los ancianos de la ciudad, y espinos y abrojos del desierto, y castigó con ellos a los hombres de Sucot.
17 Asimismo derribó la torre de Peniel y mató a los hombres de la ciudad.
18 Luego dijo a Zeba y a Zalmuna: ¿Cómo eran los hombres que matasteis en Tabor? Y ellos respondieron: Como tú, así eran ellos, cada uno tenía el aspecto como de hijo de rey.
19 Y él dijo: Mis hermanos eran, hijos de mi madre ¡Vive Jehová, que si los hubierais guardado con vida, yo no os mataría!
20 Y dijo a Jeter su primogénito: Levántate y mátalos Mas el joven no desenvainó su espada, porque tenía temor, pues aún era muchacho.
21 Entonces dijeron Zeba y Zalmuna: Levántate tú y mátanos, porque como es el hombre, tal es su valentía Y Gedeón se levantó y mató a Zeba y a Zalmuna, y tomó las lunetas que sus camellos llevaban al cuello.
22 Y los hombres de Israel dijeron a Gedeón: Gobierna sobre nosotros, tú, y tu hijo, y tu nieto, puesto que nos has librado de mano de Madián.
23 Mas Gedeón respondió: No gobernaré sobre vosotros, ni mi hijo os gobernará; Jehová gobernará sobre vosotros.
24 Y les dijo Gedeón: Quiero haceros una petición: que cada uno me dé los zarcillos de su despojo (pues tenían zarcillos de oro, porque eran ismaelitas).
25 Y ellos respondieron: De buena gana te los daremos Y tendiendo un manto, echó allí cada uno los zarcillos de su despojo.
26 Y el peso de los zarcillos de oro que él pidió fue mil setecientos siclos de oro, sin las lunetas y joyeles y vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián, y sin los collares que llevaban sus camellos al cuello.
27 Y Gedeón hizo de ellos un efod y lo puso en su ciudad, en Ofra; y todo Israel fornicó tras de ese efod en aquel lugar; y fue por tropiezo a Gedeón y a su casa.
28 Así fue humillado Madián delante de los hijos de Israel, y nunca más levantaron su cabeza Y reposó la tierra cuarenta años en los días de Gedeón.
29 Y Jerobaal, hijo de Joas, fue y habitó en su casa.
30 Y tuvo Gedeón setenta hijos que salieron de sus lomos, porque tuvo muchas mujeres.
31 Y su concubina que estaba en Siquem también le dio a luz un hijo, y le puso por nombre Abimelec.
32 Y murió Gedeón, hijo de Joas, en buena vejez y fue sepultado en el sepulcro de su padre Joas, en Ofra de los abiezeritas.
33 Y aconteció que cuando murió Gedeón, los hijos de Israel volvieron a fornicar en pos de los baales, y se pusieron a Baal-berit por dios.
34 Y no se acordaron los hijos de Israel de Jehová su Dios, que los había librado de mano de todos sus enemigos de alrededor,
35 ni hicieron misericordia con la casa de Jerobaal, o sea, Gedeón, conforme a todo el bien que él había hecho a Israel.

BENEDICITE, OMNIA OPERA

Bendecid al Señor, todas las obras del Señor

Bendecid al Señor, todas las obras del Señor:

alabadle y ensalzadle por siempre.

Bendecid, cielos, al Señor,

bendecid al Señor, Ángeles del Señor.

Bendecid al Señor todas las aguas que hay sobre los cielos:

bendiga todo poder al Señor.

Bendecid al Señor, sol y luna:

estrellas del cielo, bendecid al Señor.

Bendecid al Señor, toda la lluvia y el rocío:

todos los vientos, bendecid al Señor.

Bendecid al Señor, el fuego y el calor:

frío y calor, bendecid al Señor.

Bendecid al Señor, rocíos y escarchas:

hielo y frío, bendecid al Señor.

Bendecid al Señor, hielos y nieves:

noches y días, bendecid al Señor.

Bendecid al Señor, luz y tinieblas:

rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor:

alábele y ensálcele por siempre.

Bendecid al Señor, montes y collados:

todas las cosas que germinan en la tierra,

bendecid al Señor.

Bendecid al Señor, mares y nos:

fuentes, bendecid al Señor.

Bendecid al Señor,

ballenas y todo lo que vive en el mar:

todas las aves del cielo, bendecid al Señor.

Bendecid al Señor, todos los animales y ganados:

bendecid, hijos de los hombres, al Señor.

Bendice, Israel al Señor:

alabadle y ensalzadle por siempre.

Bendecid al Señor, sacerdotes del Señor:

bendecid al Señor, siervos del Señor.

Bendecid al Señor, espíritus y almas de los justos:

santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Bendecid al Señor, Ananías, Azarías y Misael:

alabadle y ensalzadle por siempre.

Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo:

alabémosle y ensalcémosle por siempre.

Bendito eres en el firmamento del cielo:

y loable y glorioso por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Segunda Lección

Juan 7

1 Después de estas cosas, andaba Jesús por Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos procuraban matarlo.
2 Y estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los Tabernáculos.
3 Entonces le dijeron sus hermanos: Márchate de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
4 Porque ninguno que procura ser conocido hace algo en oculto Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo.
5 Porque ni aun sus hermanos creían en él.
6 Entonces les dijo Jesús: Mi tiempo aún no ha venido, pero vuestro tiempo siempre está preparado.
7 El mundo no puede aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo doy testimonio de él, que sus obras son malas.
8 Subid vosotros a esta fiesta; yo no subo todavía a esta fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.
9 Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea.
10 Pero cuando sus hermanos hubieron subido, entonces él también subió a la fiesta, no manifiestamente, sino como en secreto.
11 Entonces lo buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquel?
12 Y había gran murmuración acerca de él entre la gente, porque unos decían: Es bueno; y otros decían: No, sino que engaña a la gente.
13 Mas ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo de los judíos.
14 Y a la mitad de la fiesta subió Jesús al Templo, y enseñaba.
15 Y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe este letras, no habiéndolas aprendido?
16 Les respondió Jesús y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.
17 Si alguno quiere hacer su voluntad, conocerá acerca de la doctrina si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo.
18 El que habla de sí mismo, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que lo envió, este es verdadero, y no hay en él injusticia.
19 ¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros guarda la ley? ¿Por qué me procuráis matar?
20 Respondió la multitud y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte?
21 Jesús respondió, y les dijo: Una obra hice, y todos os maravilláis.
22 Por eso Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres), y en sábado circuncidáis al hombre.
23 Si un hombre recibe la circuncisión en sábado, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en sábado sané completamente a un hombre?
24 No juzguéis según la apariencia, mas juzgad justo juicio.
25 Decían entonces algunos de los de Jerusalén: ¿No es este al que buscan para matarlo?
26 Y he aquí, habla abiertamente, y no le dicen nada; ¿acaso habrán entendido verdaderamente los gobernantes que este es el Cristo?
27 Mas este, sabemos de dónde es; pero cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde es.
28 Entonces Jesús clamó en el Templo, enseñando y diciendo: Tanto me conocéis a mí como sabéis de dónde soy; y no he venido de mí mismo; mas el que me envió es verdadero, a quien vosotros no conocéis.
29 Pero yo lo conozco, porque de él procedo, y él me envió.
30 Entonces procuraban prenderlo; pero nadie puso su mano sobre él, porque aún no había llegado su hora.
31 Y muchos de la multitud creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿acaso hará más señales que las que este hace?
32 Los fariseos oyeron a la multitud murmurando estas cosas acerca de él; y los fariseos y los principales sacerdotes enviaron alguaciles para que lo prendieran.
33 Entonces Jesús les dijo: Aún un poco de tiempo estaré con vosotros, e iré al que me envió.
34 Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré, vosotros no podéis venir.
35 Entonces los judíos dijeron entre sí: ¿Adónde se irá este que no lo hallemos? ¿Se irá a los esparcidos entre los griegos, y enseñará a los griegos?
36 ¿Qué palabra es esta que ha dicho: Me buscaréis, y no me hallaréis; y donde yo estaré, vosotros no podréis venir?
37 Mas en el último día, el día grande de la fiesta, Jesús se puso en pie y clamó diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
38 El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre.
39 (Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él; pues aún no se había dado el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado).
40 Entonces muchos de la multitud, oyendo este dicho, decían: Verdaderamente este es el profeta.
41 Otros decían: Este es el Cristo Mas algunos decían: ¿Acaso viene de Galilea el Cristo?
42 ¿No dice la Escritura que el Cristo viene de la simiente de David y de la aldea de Belén, de donde era David?
43 Así que había disensión entre la gente por causa de él.
44 Y algunos de ellos querían prenderlo, pero ninguno le echó mano.
45 Y los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y estos les dijeron: ¿Por qué no lo trajisteis?
46 Los alguaciles respondieron: Nunca un hombre ha hablado así como este hombre.
47 Entonces los fariseos les respondieron: ¿Acaso vosotros también habéis sido engañados?
48 ¿Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, o de los fariseos?
49 Pero esta gente que no sabe la ley, maldita es.
50 Les dijo Nicodemo (el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos):
51 ¿Acaso juzga nuestra ley a un hombre, sin que primero lo oiga, y entienda lo que ha hecho?
52 Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.
53 Y se fue cada uno a su casa.

BENEDICTUS

San Lucas 1:68-79
68
Bendito el Señor, Dios de Israel, que ha visitado y hecho redención a su pueblo,
69
y nos levantó un cuerno de salvación en la casa de David, su siervo
70
(como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio),
71
salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecieron;
72
para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su santo pacto;
73
del juramento que juró a Abraham, nuestro padre, que nos había de dar,
74
que sin temor, librados de la mano de nuestros enemigos, lo serviríamos
75
en santidad y en justicia delante de él, todos los días de nuestra vida.
76
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor para preparar sus caminos,
77
para dar conocimiento de salvación a su pueblo, por la remisión de sus pecados,
78
por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto la aurora,
79
para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por el Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió al cielo; está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; de donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia Católica; la comunión de los santos; el perdón de los pecados; la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Salutación y Kyrie

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Oremos.


Señor, ten misericordia de nosotros.

Cristo, ten misericordia de nosotros.

Señor, ten misericordia de nosotros.

Padrenuestro y Súplicas

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Amén.

Señor, muéstranos tu misericordia.

Y concédenos tu salvación.

Señor, salva a los gobernantes.

Y escúchanos clementemente cuando te invocamos.

Llena a tus ministros de virtudes.

Y da alegría a tu pueblo elegido.

Señor Dios, defiende a tu pueblo.

Y bendice tu heredad.

Danos paz en nuestros días, oh Señor.

Porque no hay otro que luche por nosotros, sino tú, oh Dios.

Oh Dios, purifica nuestros corazones.

Y no apartes de nosotros tu Santo Espíritu.

Colecta del Día

Dios Todopoderoso, que ves que no tenemos poder en nosotros mismos para ayudarnos: Guárdanos tanto exteriormente en nuestros cuerpos como interiormente en nuestras almas; para que seamos defendidos de todas las adversidades que puedan acontecer al cuerpo, y de todos los malos pensamientos que puedan asaltar y herir el alma, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Segunda colecta por la paz

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, de cuyo conocimiento depende nuestra vida eterna, y cuyo servicio es plena libertad; defiende a estos tus humildes siervos en todos los ataques de nuestros enemigos, para que confiando plenamente en tu protección, no tengamos motivo de temer el poder de ningún adversario, por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Tercera colecta por la gracia

Señor, nuestro Padre celestial, eterno y Todopoderoso, que nos has llevado con seguridad al comienzo de este día: guárdanos en él con tu gran poder, y concede que hoy no caigamos en ningún pecado ni enfrentemos peligro alguno; antes bien, que todas nuestras acciones sean dirigidas por tu guía, para que siempre hagamos lo que es justo y agradable a tus ojos, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración por las Autoridades Civiles

Dios Todopoderoso, cuyo reino es eterno y cuyo poder es infinito: ten misericordia de toda esta tierra, y gobierna de tal manera los corazones de todos los que tienen autoridad [especialmente — ], para que, reconociendo de quién son ministros, busquen sobre todas las cosas tu honor y gloria; y para que nosotros, junto con todo el pueblo, considerando debidamente de quién proviene la autoridad que ellos ejercen, los honremos fiel y obedientemente, conforme a tu bendita palabra y ordenanza. Por Jesucristo nuestro Señor, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración por el Clero y la Congregación

Dios Todopoderoso y eterno, que eres el único que hace grandes maravillas; envía sobre nuestros obispos y pastores, y sobre todas las congregaciones a su cargo, el saludable Espíritu de tu gracia; y para que realmente te agraden, derrama sobre ellos el rocío continuo de tu bendición. Concede esto, oh Señor, por el honor de nuestro abogado y mediador, Jesucristo. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios Todopoderoso, que nos has dado gracia para que en este momento te presentemos nuestras súplicas en común; y has prometido que cuando dos o tres estén congregados en tu nombre, les concederás sus peticiones: cumple ahora, oh Señor, los deseos y peticiones de tus siervos, según les convenga más, concediéndonos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero la vida eterna. Amén.

2 Corintios 13:14

La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.

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