Exhortación
Confesión
Absolución
Padrenuestro
Venite
Salmos
1ª Lección
Cántico 1
2ª Lección
Cántico 2
Credo
Oraciones
Colectas
Bendición

Oración Matutina

Fecha: 18 de enero de 2025

El Sábado en la Primera Semana después de la Epifanía

Exhortación General

Muy amados hermanos, las Sagradas Escrituras nos exhortan en muchos lugares a confesar y reconocer la multitud de nuestros pecados y maldades, y a no disimularlas ni ocultarlas ante nuestro Dios y Padre celestial, sino a confesarlas con un corazón humilde, contrito y penitente, para alcanzar el perdón de ellas por su infinita bondad y misericordia. Y aunque en todo tiempo debemos hacer una humilde confesión de nuestras culpas ante su divina presencia, esta obligación es especialmente necesaria cuando nos reunimos para darle gracias por los grandes e inefables beneficios que recibimos de su generosa mano, para proclamar su alabanza, escuchar su santa Palabra y pedirle todo lo necesario, tanto para el cuerpo como para el alma. Por tanto, les ruego a todos los que están aquí presentes que, con un corazón verdaderamente humillado, me acompañen diciendo:

Confesión General

Padre Todopoderoso y misericordioso, nos hemos desviado de tus caminos como ovejas perdidas. Hemos seguido demasiado los deseos y anhelos de nuestro propio corazón. Hemos quebrantado tus santos mandamientos. No hemos hecho lo que debíamos hacer, y hemos hecho lo que no debíamos y no hay salud en nosotros. Pero tú, Señor, ten misericordia de nosotros, miserables pecadores. Perdona a quienes confiesan sus faltas. Restablece a los que se arrepienten, según tus promesas declaradas a la humanidad en Cristo Jesús, nuestro Señor. Y por amor a él, concédenos, oh Padre misericordioso, que de ahora en adelante vivamos una vida piadosa, justa y sobria, para la gloria de tu santo Nombre. Amén.

Absolución

El Dios Todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que no desea la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, y que ha otorgado poder y mandato a sus ministros para declarar y pronunciar al pueblo arrepentido la absolución y el perdón de sus pecados: Él perdona y absuelve a todos los que verdaderamente se arrepienten y sinceramente creen en su evangelio. Por lo tanto, roguémosle que nos conceda un verdadero arrepentimiento y su Santo Espíritu, para que las obras que ahora realizamos le sean agradables, y para que nuestra vida de aquí en adelante sea pura y santa, de modo que finalmente podamos gozar de su gloria eterna, por Jesucristo, nuestro Señor.

Padrenuestro y Súplicas

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Señor, abre nuestros labios.

Y nuestra boca proclamará tu alabanza.

Señor, apresúrate a socorrernos.

Señor, date prisa en ayudarnos.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo;

Como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Alabado sea el Señor.

El nombre del Señor sea alabado.

Venite, Exultemus Domino

Salmo 95
1 Venid, celebremos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
2 Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémoslo con salmos.
3 Porque Jehová es Dios grande y Rey grande sobre todos los dioses.
4 Porque en su mano están las profundidades de la tierra y las alturas de los montes son suyas.
5 Suyo es el mar, pues él lo hizo, y sus manos formaron la tierra seca.
6 Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová, nuestro hacedor.
7 Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo de su prado y ovejas de su mano. Si hoy oyereis su voz,
8 no endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto,
9 donde me tentaron vuestros padres, me probaron, aunque vieron mi obra.
10 Cuarenta años estuve disgustado con aquella generación, y dije: Pueblo es que divaga de corazón, y no han conocido mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi furor que no entrarían en mi reposo.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 90

1 Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación.
2 Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
3 Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, Y dices: Convertíos, hijos de los hombres.
4 Porque mil años delante de tus ojos Son como el día de ayer, que pasó, Y como una de las vigilias de la noche.
5 Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño, Como la hierba que crece en la mañana.
6 En la mañana florece y crece; A la tarde es cortada, y se seca.
7 Porque con tu furor somos consumidos, Y con tu ira somos turbados.
8 Pusiste nuestras maldades delante de ti, Nuestros yerros a la luz de tu rostro.
9 Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; Acabamos nuestros años como un pensamiento.
10 Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos.
11 ¿Quién conoce el poder de tu ira, Y tu indignación según que debes ser temido?
12 Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.
13 Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos.
14 De mañana sácianos de tu misericordia, Y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.
15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste, Y los años en que vimos el mal.
16 Aparezca en tus siervos tu obra, Y tu gloria sobre sus hijos.
17 Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, Y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros; Sí, la obra de nuestras manos confirma.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 91

1 El que habita al abrigo del Altísimo Morará bajo la sombra del Omnipotente.
2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; Mi Dios, en quien confiaré.
3 El te librará del lazo del cazador, De la peste destructora.
4 Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad.
5 No temerás el terror nocturno, Ni saeta que vuele de día,
6 Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en medio del día destruya.
7 Caerán a tu lado mil, Y diez mil a tu diestra; Mas a ti no llegará.
8 Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos.
9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación,
10 No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.
11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos.
12 En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra.
13 Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón.
14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
15 Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.
16 Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 92

1 Bueno es alabarte, oh Jehová, Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;
2 Anunciar por la mañana tu misericordia, Y tu fidelidad cada noche,
3 En el decacordio y en el salterio, En tono suave con el arpa.
4 Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; En las obras de tus manos me gozo.
5 ¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! Muy profundos son tus pensamientos.
6 El hombre necio no sabe, Y el insensato no entiende esto.
7 Cuando brotan los impíos como la hierba, Y florecen todos los que hacen iniquidad, Es para ser destruidos eternamente.
8 Mas tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.
9 Porque he aquí tus enemigos, oh Jehová, Porque he aquí, perecerán tus enemigos; Serán esparcidos todos los que hacen maldad.
10 Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; Seré ungido con aceite fresco.
11 Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; Oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos.
12 El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano.
13 Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán.
14 Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes,
15 Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Primera Lección

Génesis 33

1 Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas.
2 Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos.
3 Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano.
4 Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron.
5 Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo.
6 Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron.
7 Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron.
8 Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor.
9 Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo.
10 Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido.
11 Acepta, te ruego, mi presente que te he traído, porque Dios me ha hecho merced, y todo lo que hay aquí es mío. E insistió con él, y Esaú lo tomó.
12 Y Esaú dijo: Anda, vamos; y yo iré delante de ti.
13 Y Jacob le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo ovejas y vacas paridas; y si las fatigan, en un día morirán todas las ovejas.
14 Pase ahora mi señor delante de su siervo, y yo me iré poco a poco al paso del ganado que va delante de mí y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor a Seir.
15 Y Esaú dijo: Dejaré ahora contigo de la gente que viene conmigo. Y Jacob dijo: ¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor.
16 Así volvió Esaú aquel día por su camino a Seir.
17 Y Jacob fue a Sucot, y edificó allí casa para sí, e hizo cabañas para su ganado; por tanto, llamó el nombre de aquel lugar Sucot.
18 Después Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, que está en la tierra de Canaán, cuando venía de Padan-aram; y acampó delante de la ciudad.
19 Y compró una parte del campo, donde plantó su tienda, de mano de los hijos de Hamor padre de Siquem, por cien monedas.
20 Y erigió allí un altar, y lo llamó El-Elohe-Israel.

Te Deum Laudamus

A ti, oh Dios, te alabamos
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra, te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Segunda Lección

Mateo 16

1 Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo.
2 Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles.
3 Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!
4 La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.
5 Llegando sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan.
6 Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
7 Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan.
8 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?
9 ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis?
10 ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis?
11 ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?
12 Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.
23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
26 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
28 De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.

BENEDICTUS

San Lucas 1:68-79
68
Bendito el Señor, Dios de Israel, que ha visitado y hecho redención a su pueblo,
69
y nos levantó un cuerno de salvación en la casa de David, su siervo
70
(como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio),
71
salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos aborrecieron;
72
para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su santo pacto;
73
del juramento que juró a Abraham, nuestro padre, que nos había de dar,
74
que sin temor, librados de la mano de nuestros enemigos, lo serviríamos
75
en santidad y en justicia delante de él, todos los días de nuestra vida.
76
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor para preparar sus caminos,
77
para dar conocimiento de salvación a su pueblo, por la remisión de sus pecados,
78
por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó de lo alto la aurora,
79
para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; como era en el principio, es ahora y será siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por el Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió al cielo; está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso; de donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia Católica; la comunión de los santos; el perdón de los pecados; la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Salutación y Kyrie

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Oremos.


Señor, ten misericordia de nosotros.

Cristo, ten misericordia de nosotros.

Señor, ten misericordia de nosotros.

Padrenuestro y Súplicas

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Danos hoy nuestro pan cotidiano. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Amén.

Señor, muéstranos tu misericordia.

Y concédenos tu salvación.

Señor, salva a los gobernantes.

Y escúchanos clementemente cuando te invocamos.

Llena a tus ministros de virtudes.

Y da alegría a tu pueblo elegido.

Señor Dios, defiende a tu pueblo.

Y bendice tu heredad.

Danos paz en nuestros días, oh Señor.

Porque no hay otro que luche por nosotros, sino tú, oh Dios.

Oh Dios, purifica nuestros corazones.

Y no apartes de nosotros tu Santo Espíritu.

Colecta del Día

Oh Señor, te rogamos misericordiosamente que recibas las oraciones de tu pueblo que te invoca; y concede que puedan tanto percibir como saber qué cosas deben hacer, y también que tengan la gracia y el poder para cumplirlas fielmente, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Segunda colecta por la paz

Oh Dios, autor de la paz y amante de la concordia, de cuyo conocimiento depende nuestra vida eterna, y cuyo servicio es plena libertad; defiende a estos tus humildes siervos en todos los ataques de nuestros enemigos, para que confiando plenamente en tu protección, no tengamos motivo de temer el poder de ningún adversario, por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Tercera colecta por la gracia

Señor, nuestro Padre celestial, eterno y Todopoderoso, que nos has llevado con seguridad al comienzo de este día: guárdanos en él con tu gran poder, y concede que hoy no caigamos en ningún pecado ni enfrentemos peligro alguno; antes bien, que todas nuestras acciones sean dirigidas por tu guía, para que siempre hagamos lo que es justo y agradable a tus ojos, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración por las Autoridades Civiles

Dios Todopoderoso, cuyo reino es eterno y cuyo poder es infinito: ten misericordia de toda esta tierra, y gobierna de tal manera los corazones de todos los que tienen autoridad [especialmente — ], para que, reconociendo de quién son ministros, busquen sobre todas las cosas tu honor y gloria; y para que nosotros, junto con todo el pueblo, considerando debidamente de quién proviene la autoridad que ellos ejercen, los honremos fiel y obedientemente, conforme a tu bendita palabra y ordenanza. Por Jesucristo nuestro Señor, que contigo y el Espíritu Santo vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración por el Clero y la Congregación

Dios Todopoderoso y eterno, que eres el único que hace grandes maravillas; envía sobre nuestros obispos y pastores, y sobre todas las congregaciones a su cargo, el saludable Espíritu de tu gracia; y para que realmente te agraden, derrama sobre ellos el rocío continuo de tu bendición. Concede esto, oh Señor, por el honor de nuestro abogado y mediador, Jesucristo. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

Dios Todopoderoso, que nos has dado gracia para que en este momento te presentemos nuestras súplicas en común; y has prometido que cuando dos o tres estén congregados en tu nombre, les concederás sus peticiones: cumple ahora, oh Señor, los deseos y peticiones de tus siervos, según les convenga más, concediéndonos en este mundo el conocimiento de tu verdad y en el venidero la vida eterna. Amén.

2 Corintios 13:14

La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.

Día Anterior Hoy Día Siguiente