16 de agosto

Oración matutina

Viernes después del onceavo domingo después de la Trinidad

Exhortación

Muy amados hermanos, las Sagradas Escrituras nos exhortan en muchos lugares que debemos confesar y reconocer la multitud de nuestras iniquidades y ofensas. No debemos, de ninguna manera, disimularlas ni ocultarlas ante nuestro Dios y Padre Celestial, sino confesarlas con un corazón contrito y humillado para obtener el perdón de ellas gracias a su bondad e infinita misericordia. Aunque en todo momento debemos hacer una humilde confesión de nuestras culpas ante su divina presencia, esta obligación es precisa cuando nos reunimos para darle las debidas gracias por los grandes y magnánimos beneficios que recibimos diariamente de su generosa mano, para declarar su alabanza, escuchar su divina Palabra y pedirle todo lo necesario para nuestros cuerpos y almas. Por lo tanto, les ruego a todos los que están aquí presentes que, con un corazón verdaderamente humillado, me acompañen diciendo:

Confesión general

Padre Todopoderoso y Misericordioso, nosotros nos hemos alejado de tus caminos y como ovejas perdidas hemos vagado fuera de tus senderos. Hemos seguido desordenadamente los planes y deseos de nuestro propio corazón. Hemos quebrantado tus santos mandamientos. No hemos hecho lo que debíamos; al contrario, hemos llevado a cabo lo que no debíamos hacer; y en nosotros no hay salud. Pero tú, Señor, ten piedad de nosotros, miserables pecadores. Perdona, oh Dios, a aquellos que confiesan sus faltas. Restaura a los que se arrepienten, de acuerdo con tus promesas reveladas a la humanidad en Jesucristo, nuestro Señor. Y por su amor, concédenos, oh Padre Misericordioso, que de ahora en adelante vivamos de manera sobria, justa y piadosa, para la gloria de tu Santo Nombre. Amén.

Absolución

El Dios Todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que no desea la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, ha otorgado poder y mandado a sus ministros para declarar y pronunciar a su pueblo arrepentido la absolución y perdón de sus pecados. Él es quien perdona y absuelve a todos los que verdaderamente se arrepienten y creen sinceramente en su Evangelio. Por lo tanto, supliquemos que nos conceda verdadero arrepentimiento y su Santo Espíritu, para que las obras que realizamos actualmente sean de su agrado, y que nuestra vida de aquí en adelante sea pura y santa, de modo que finalmente en la vida venidera gocemos de la gloria eterna; por Jesucristo, nuestro Señor.

Padrenuestro y súplicas

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Señor, abre nuestros labios.
  Y nuestra boca proclamará tu alabanza.
Señor, apresúrate a socorrernos.
  Señor, acude rápido en nuestra ayuda.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
  Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Alabemos al Señor.
  El nombre del Señor sea alabado.

VENITE, EXULTEMUS DOMINO

Salmo 95

1 Venid, aclamemos alegremente a Jehová;

Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.

2 Lleguemos ante su presencia con alabanza;

Aclamémosle con cánticos.

3 Porque Jehová es Dios grande,

Y Rey grande sobre todos los dioses.

4 Porque en su mano están las profundidades de la tierra,

Y las alturas de los montes son suyas.

5 Suyo también el mar, pues él lo hizo;

Y sus manos formaron la tierra seca.

6 Venid, adoremos y postrémonos;

Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.

7 Porque él es nuestro Dios;

Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano.

Si oyereis hoy su voz,

8 No endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba,

Como en el día de Masah en el desierto,

9 Donde me tentaron vuestros padres,

Me probaron, y vieron mis obras.

10 Cuarenta años estuve disgustado con la nación,

Y dije: Pueblo es que divaga de corazón,

Y no han conocido mis caminos.

11 Por tanto, juré en mi furor

Que no entrarían en mi reposo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 79

Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad;

Han profanado tu santo templo;

Redujeron a Jerusalén a escombros.

Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos,

La carne de tus santos a las bestias de la tierra.

Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén,

Y no hubo quien los enterrase.

Somos afrentados de nuestros vecinos,

Escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores.

¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre?

¿Arderá como fuego tu celo?

Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen,

Y sobre los reinos que no invocan tu nombre.

Porque han consumido a Jacob,

Y su morada han asolado.

No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados;

Vengan pronto tus misericordias a encontrarnos,

Porque estamos muy abatidos.

Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre;

Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.

10 Porque dirán las gentes: ¿Dónde está su Dios?

Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos,

La venganza de la sangre de tus siervos que fue derramada.

11 Llegue delante de ti el gemido de los presos;

Conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte,

12 Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos

De su infamia, con que te han deshonrado, oh Jehová.

13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado,

Te alabaremos para siempre;

De generación en generación cantaremos tus alabanzas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 80

Oh Pastor de Israel, escucha;

Tú que pastoreas como a ovejas a José,

Que estás entre querubines, resplandece.

Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,

Y ven a salvarnos.

Oh Dios, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

Jehová, Dios de los ejércitos,

¿Hasta cuándo mostrarás tu indignación contra la oración de tu pueblo?

Les diste a comer pan de lágrimas,

Y a beber lágrimas en gran abundancia.

Nos pusiste por escarnio a nuestros vecinos,

Y nuestros enemigos se burlan entre sí.

Oh Dios de los ejércitos, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

Hiciste venir una vid de Egipto;

Echaste las naciones, y la plantaste.

Limpiaste sitio delante de ella,

E hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra.

10 Los montes fueron cubiertos de su sombra,

Y con sus sarmientos los cedros de Dios.

11 Extendió sus vástagos hasta el mar,

Y hasta el río sus renuevos.

12 ¿Por qué aportillaste sus vallados,

Y la vendimian todos los que pasan por el camino?

13 La destroza el puerco montés,

Y la bestia del campo la devora.

14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora;

Mira desde el cielo, y considera, y visita esta viña,

15 La planta que plantó tu diestra,

Y el renuevo que para ti afirmaste.

16 Quemada a fuego está, asolada;

Perezcan por la reprensión de tu rostro.

17 Sea tu mano sobre el varón de tu diestra,

Sobre el hijo de hombre que para ti afirmaste.

18 Así no nos apartaremos de ti;

Vida nos darás, e invocaremos tu nombre.

19 ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos!

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Salmo 81

Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra;

Al Dios de Jacob aclamad con júbilo.

Entonad canción, y tañed el pandero,

El arpa deliciosa y el salterio.

Tocad la trompeta en la nueva luna,

En el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne.

Porque estatuto es de Israel,

Ordenanza del Dios de Jacob.

Lo constituyó como testimonio en José

Cuando salió por la tierra de Egipto.

Oí lenguaje que no entendía;

Aparté su hombro de debajo de la carga;

Sus manos fueron descargadas de los cestos.

En la calamidad clamaste, y yo te libré;

Te respondí en lo secreto del trueno;

Te probé junto a las aguas de Meriba. Selah

Oye, pueblo mío, y te amonestaré.

Israel, si me oyeres,

No habrá en ti dios ajeno,

Ni te inclinarás a dios extraño.

10 Yo soy Jehová tu Dios,

Que te hice subir de la tierra de Egipto;

Abre tu boca, y yo la llenaré.

11 Pero mi pueblo no oyó mi voz,

E Israel no me quiso a mí.

12 Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón;

Caminaron en sus propios consejos.

13 ¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo,

Si en mis caminos hubiera andado Israel!

14 En un momento habría yo derribado a sus enemigos,

Y vuelto mi mano contra sus adversarios.

15 Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido,

Y el tiempo de ellos sería para siempre.

16 Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo,

Y con miel de la peña les saciaría.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Primera lección

Ezequiel 6

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, pon tu rostro hacia los montes de Israel, y profetiza contra ellos. Y dirás: Montes de Israel, oíd palabra de Jehová el Señor: Así ha dicho Jehová el Señor a los montes y a los collados, a los arroyos y a los valles: He aquí que yo, yo haré venir sobre vosotros espada, y destruiré vuestros lugares altos. Vuestros altares serán asolados, y vuestras imágenes del sol serán quebradas; y haré que caigan vuestros muertos delante de vuestros ídolos. Y pondré los cuerpos muertos de los hijos de Israel delante de sus ídolos, y vuestros huesos esparciré en derredor de vuestros altares. Dondequiera que habitéis, serán desiertas las ciudades, y los lugares altos serán asolados, para que sean asolados y se hagan desiertos vuestros altares; y vuestros ídolos serán quebrados y acabarán, vuestras imágenes del sol serán destruidas, y vuestras obras serán deshechas. Y los muertos caerán en medio de vosotros; y sabréis que yo soy Jehová.

Mas dejaré un resto, de modo que tengáis entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando seáis esparcidos por las tierras. Y los que de vosotros escaparen se acordarán de mí entre las naciones en las cuales serán cautivos; porque yo me quebranté a causa de su corazón fornicario que se apartó de mí, y a causa de sus ojos que fornicaron tras sus ídolos; y se avergonzarán de sí mismos, a causa de los males que hicieron en todas sus abominaciones. 10 Y sabrán que yo soy Jehová; no en vano dije que les había de hacer este mal.

11 Así ha dicho Jehová el Señor: Palmotea con tus manos, y golpea con tu pie, y di: ¡Ay, por todas las grandes abominaciones de la casa de Israel! porque con espada y con hambre y con pestilencia caerán. 12 El que esté lejos morirá de pestilencia, el que esté cerca caerá a espada, y el que quede y sea asediado morirá de hambre; así cumpliré en ellos mi enojo. 13 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando sus muertos estén en medio de sus ídolos, en derredor de sus altares, sobre todo collado alto, en todas las cumbres de los montes, debajo de todo árbol frondoso y debajo de toda encina espesa, lugares donde ofrecieron incienso a todos sus ídolos. 14 Y extenderé mi mano contra ellos, y dondequiera que habiten haré la tierra más asolada y devastada que el desierto hacia Diblat; y conocerán que yo soy Jehová.

TE DEUM LAUDAMUS

Te alabamos, oh Dios
A ti, como Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos;
a ti, eterno Padre, te venera toda la tierra.
Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran;
los querubines y serafines te cantan sin cesar:
Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo.

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
La brillante muchedumbre de los mártires.

A ti te glorifica la santa Iglesia por todo el orbe;
A ti, Padre de majestad inmensa,
a tu adorable, verdadero y único Hijo,
también al Espíritu Santo, Consolador.
Tú eres el Rey de la gloria oh Cristo,
Tú eres el Hijo único del Padre:
Tú, al hacerte hombre para salvarnos.
No desdeñaste el seno de la Virgen.
Tú, quebrantando el aguijón de la muerte.
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú estás sentado a la derecha del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.

Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
comprados por el precio de tu propia sangre,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna nos contemos entre tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad;
Dirígelo y protégelo ahora y siempre.
Día a día te bendecimos;
alabamos tu nombre para siempre.

Guárdanos hoy, Señor, de todo pecado;
Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad.
Señor, muéstranos tu amor y misericordia,
porque en ti hemos depositado nuestra confianza.
En ti, Señor, ponemos nuestra esperanza;
Que no seamos jamás avergonzados.

Segunda lección

Hechos 14

Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, y allí predicaban el evangelio.

Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, 10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. 11 Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. 12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque este era el que llevaba la palabra. 13 Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios. 14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces 15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. 16 En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; 17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18 Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio.

19 Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. 20 Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe. 21 Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, 22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. 23 Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.

24 Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. 25 Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia. 26 De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido. 27 Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. 28 Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.

BENEDICTUS

Bendito el Señor Dios de Israel,

Que ha visitado y redimido a su pueblo,

Y nos levantó un poderoso Salvador

En la casa de David su siervo,

Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio;

Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron;

Para hacer misericordia con nuestros padres,

Y acordarse de su santo pacto;

Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre,

Que nos había de conceder

Que, librados de nuestros enemigos,

Sin temor le serviríamos

En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días.

Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado;

Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos;

Para dar conocimiento de salvación a su pueblo,

Para perdón de sus pecados,

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

Con que nos visitó desde lo alto la aurora,

Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte;

Para encaminar nuestros pies por camino de paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra;
y en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro;
que fue concebido del Espíritu Santo,
nació de la virgen María,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato;
fue crucificado, muerto y sepultado;
descendió a los infiernos;
al tercer día resucitó de entre los muertos;
subió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso;
y desde allí vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.

Salutación

El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Oremos.

Kyrie

Señor, ten piedad de nosotros.
       Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.

Padrenuestro y súplicas

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal. Amén.

Señor, muéstranos tu misericordia.
  Y concédenos tu salvación.
Llena a tus Ministros de virtudes.
  Y da alegría a tu pueblo escogido.
Señor Dios, defiende a tu Pueblo.
  Y bendice a tu heredad.
Danos paz en nuestros días, oh Señor.
  Porque no hay otro que pelee por nosotros sino tú, oh Dios.
Oh Dios, purifica nuestros corazones.
  Y no alejes de nosotros tu Santo Espíritu.

Colecta del día

Oh Dios, que declaras tu Omnipotencia principalmente al manifestar misericordia y piedad; concédenos misericordiosamente tal medida de tu gracia, que, corriendo el camino de tus mandamientos, obtengamos tus benignas promesas y seamos hechos partícipes de tu tesoro celestial; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Colecta por la paz

Oh Dios, autor de la Paz y amante de la Armonía, en cuyo conocimiento depende nuestra vida eterna y cuyo servicio es plena libertad, defiende a estos tus humildes siervos en todos los ataques de nuestros enemigos. Para que, confiando enteramente en tu protección y amparo, no tengamos ocasión de temer la fuerza de ningún adversario, por el poder de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Colecta por la gracia

Señor nuestro, Padre Celestial, Eterno y Todopoderoso, que nos has hecho llegar al principio de este día, guárdanos en él con tu gran poder y haz que no caigamos en ningún pecado ni incurramos en ningún peligro. Antes bien, que todas nuestras acciones sean dirigidas por ti, de modo que siempre hagamos lo que es justo y agradable a tus ojos, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración de San Juan Crisóstomo

Oh Dios omnipotente, que nos has dado gracia para que en esta ocasión te dirijamos nuestras súplicas de manera unánime; y has prometido que cuando dos o tres se congreguen en tu nombre, les concederás sus peticiones: Cumple ahora, oh, Señor, los deseos y ruegos de tus siervos, como más les convenga; concediéndonos en este mundo el conocimiento de tu verdad, y en el venidero la vida eterna. Amén.

2 Corintios 13:14

La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.

A menos que se exprese lo contrario, la versión de la Biblia usada es la Reina-Valera 1960 ®.